Testimonios

Hola estimado lector.

Mi nombre es Princes Paola Coto Arce, tengo 51 años de edad, casada desde hace 33 años, soy madre de 4 hijos, 3 varones y una mujercita la cual está en la presencia de Dios desde su nacimiento.

Desde el 1ero de octubre del 2018 al día de hoy soy la recepcionista (o como las Hijas de María Auxiliadora le llaman al puesto «portera» ) de la Casa de María Auxiliadora Obras Sociales.

Es un puesto de mucho privilegio porque se viven cosas que en ningún otro puesto se logra; ver el rostro de Jesús en todas las personas sin importar su edad, experimentar cómo actúa el Espíritu Santo en medio de tantas situaciones adversas, ver la mano de Dios en un gesto amable de solidaridad, escuchar la voz de auxilio encontrándose con una melodía de esperanza, y el desborde de amor y compromiso de un corazón de “Padre” supliendo las necesidades de sus hijos, atendiendo  y todo en un ambiente de alegría y amistad.

Cuando la madre llama, el hijo no sabe cómo, pero ella de una forma muy sutil le va acercando hasta que logra tenerlo bajo su manto y protección.

Dos años antes por error había visitado la Casa, me gané unas entradas para una formación mariana pero la actividad no era en San José sino en Heredia. Al final no me daba tiempo de llegar y no fui pero aproveché para estar un rato ahí y le pedí a Jesús, que por intercesión de la Virgen y a la beata Sor María Romero (poco sabía de ella) por mis peticiones personales.

Esa visita me incitó a llevar una preparación para mi consagración a Jesús por medio de la Virgen María y dicho evento cerró con una misa y pueden imaginar mi asombro cuando me dijeron que este se realizaría en la Capilla de la Casa de María  Auxiliadora y dije -al menos ya sé dónde es-. Fue una experiencia hermosa.

En el 2018 mi hijo menor es aceptado en la Escuela-Liceo María Auxiliadora e ingresa a sétimo año. Eso me involucra en actividades que me llevan a conocer más acerca de la espiritualidad salesiana y aunque ya había leído acerca de ella hasta ese momento empecé a involucrarme.

El 2018 fue un año muy difícil; en el mes de febrero, mi esposo se queda sin trabajo, esto me motiva más a caminar de la mano de «la Auxiliadora» y de una mujer que apenas estaba conociendo, Sor María Romero.

Para setiembre de ese mismo año me entero que en la Casa estaban entregando almuerzos y hacían falta manos para ayudar a preparar los alimentos y a servirlos y me anoté para colaborar un fin de semana.  Ese día que me correspondía, el almuerzo lo había donado una asociación y llevó su propia gente para servir y entregar, mi primer pensamiento fue «no vine a nada» pero mientras esperaba me encontré a una persona conocida que ya laboraba en la Casa y terminé contándole toda la situación por la que estaba pasando. A la semana siguiente me escribieron y la pregunta fue -¿Le interesaría trabajar con nosotros?- y para la semana siguiente ya era parte del personal de apoyo de la Casa.

Antes y durante mi tiempo en la Casa he sido testigo de cómo la Providencia Divina se hace presente en las obras sociales en este lugar y cómo su infinita misericordia provee lo justo y necesario.  He visto dentro de la Casa la multiplicación de los panes y los peces, de todo tipo de recurso tanto material como espiritual, por la entrega de una bolsa de arroz, llegan dos, por una bolsa de pañales, llega una caja, se dice “no hay azúcar” y llega el azúcar, y así con todo, hasta en los detalles más pequeños el Rey y la Reina se lucen en este lugar.

He sido testigo del amor y caridad con que se recibe y atiende a los más necesitados y desconsolados, los menos favorecidos, he sido testigo de gestos y actitudes solidarias y de ánimo van de la mano con el poquito de arroz, el pedacito de pan, el par de zapatos, la cobija, he sido testigo de palabras que alimentan el alma al que viene en busca de consuelo espiritual, donde el enfermo y el afligido adquiere como bálsamo una esperanza convertido en oración y acompañamiento en el dolor y la aflicción, tratando de seguir el ejemplo de aquello que Sor María entendió muy bien y lo llevó a la práctica, hacer que el Evangelio se haga vida en las vidas de todo aquel que pase por aquí.  Este lugar transforma vidas, todo el que llegue a Casa de María Auxiliadora Obras Sociales se llena de paz y gozo.

Aquí se ve la mano de Dios y la Virgen en todo, y por supuesto tengo la certeza que la beata sigue haciendo de las suyas en el cielo por sus predilectos, los más pequeños y pobres. ¡Muchas gracias!

Yazmin  Izmar Hernández 

Mi nombre es Yasmin Izamar Hernández, soy hondureña, procedo de una familia católica, soy ex alumna del Instituto Salesiano María Auxiliadora de Tegucigalpa, donde cursé toda mi secundaria, en esa época de adolescencia sentí el llamado a la vida religiosa,  participé de varios encuentros de discernimiento vocacional y después de mi graduación bachillerato decidí entrar con las Hijas de María Auxiliadora, en el tiempo de formación religiosa leí un libro que escribieron de la beata sor María Romero, se llama “Con María, toda para todos” desde allí la admiré tanto por como dejó que Dios la tomara como instrumento e hiciera mucho bien a tantas personas, fue una mujer muy visionaria que rompió muchos estereotipos de su época. Miraba imposible conocer la Casa de la Virgen pero Dios todo lo hace bien y todo en su tiempo porque me regaló la gracia de hacer mi etapa de Noviciado aquí en Costa Rica y así conocí la Casa la Virgen, lo que un día había leído ahora lo estaba viendo con mis ojos, sintiendo la Santidad. Una gracia particular que le pedí a sor María Romero mientras era novicia que me concediera el crecer en la libertad interior y puedo asegurar que ella me ayudó porque vinieron años bastantes fuertes en mi vida personal, no continué en el noviciado y me regresé para Honduras en el 2012 sin pensar que un día regresaría de nuevo acá a Costa Rica. 

En el 2018 el Señor me tenía preparado una nueva oportunidad y en enero de ese año me vine aquí a Costa Rica quedando hospedada en la Casa de la Virgen y allí permanecí toda mi estancia. En una ocasión estando en el mausoleo le agradecí a sor María Romero por la ayuda en mi crecimiento de la libertad interior que fue mi petición de novicia y a la vez le expresé el deseo de trabajar en su Casa, ella se  tomó tan en serio mi deseo que me lo  otorgó a través de la práctica profesional de mi carrera de Psicología, solo era eso lo que me faltaba para graduarme en mi país. A mediados de ese año me vine nuevamente para iniciar con mi práctica en la Casa de la Virgen en el área educativa: CINDEA María Mazzarello, y fue una gran gracia de Dios porque no solo hacía mi práctica sino que se me concedió vivir por tres años en esta hermosa casa. 

Así como se llegó a sentir sor María Romero la predilecta del Padre y la consentida de la Madre pues así me he sentido, una hija en las manos del Padre y de la Virgen. Al finalizar mi práctica se me concedió la oportunidad de trabajar allí mismo y me ha encantado trabajar con las jóvenes de riesgo social y transmitir desde mí ser laical el carisma salesiano, continuamente le pido a sor María que me dé la sabiduría para ser oportuna en el actuar con las jóvenes, las energías y la pasión apostólica para seguir adelante con su obra, porque es un privilegio estar trabajando en su Casa, lo que un día leí en su libro,  hoy soy parte de dejar una huella en esta obra, porque solo abandonándome en la voluntad de Dios se marca en mi vida un camino de felicidad.